El comercio electrónico se ha convertido en la tabla de salvación de los comercios minoristas españoles. Y es que no hay más que ver las cifras. Según el Instituto Nacional de Estadística, las ventas de este colectivo se redujeron en un 8% con respecto al año anterior. Los datos reflejan la realidad que viven las PYMES españolas que todavía siguen funcionando, porque en un ejercicio cerraron sus puertas casi 40.000 negocios españoles.
A pesar de este clima de pesimismo, la necesidad de sobrellevar las dificultades y continuar con los negocios ha propiciado que las pequeñas y medianas empresas se suban al tren de las nuevas tecnologías. Las PYMES comienzan teniendo su propia página web y después, algunas, empiezan a distribuir y vender sus productos online. Abrir una tienda online es, para una pequeña empresa, un paso importante y decisivo si tenemos en cuenta que el 35% de los consumidores españoles consulta Internet antes de adquirir cualquier producto o servicio.
Aunque más allá de la mera información online, el hecho de contar con una tienda online tiene una serie de ventajas indudables para los minoristas como por ejemplo el ahorro de los costes del local o del almacenaje, la apertura durante 24 horas los 365 días al año, la inexistencia de barreras geográficas y la comodidad y rapidez que supone para el potencial cliente.
Según los datos, durante el pasado ejercicio la incorporación de algunos comercios españoles a Internet superó los 7.300 millones de euros, lo que supone un 25% más que en el año 2009. Y es que, a pesar de la crisis de las empresas, hay muchos comercios que han visto en el comercio electrónico una salida a la situación que vive la economía española.