Cada vez es más habitual que los clientes exijan a las compañías que amplíen su oferta y proporcionen la posibilidad de comprar en Internet. Para ello, las empresas deben implementar una plataforma para realizar comercio electrónico. Si la compañía tiene cuenta con página web, se debe añadir la opción para vender y comprar de manera fácil y segura.
Para poner en marcha una tienda online, lo principal es la navegabilidad: la disponibilidad de toda la oferta ante los ojos del usuario que debe resolverse en un máximo de tres pasos o tres clics, y que debe permitir tener siempre presente la opción de ejecutar la compra, en lugar de tener que volver a portada o a una zona específica.
En realidad, las tres pautas básicas para comprar bien online se resumen en: un buen escaparate de productos fácilmente visible y accesible, artículos con precio final y costes de envío, y un apartado sencillo para ejecutar la transacción, que debe dar seguridad y confianza al usuario.
Aparte de estos tres pilares, se recomienda que se muestren productos relacionados que complementen al artículo que estamos viendo, se dé bastante información y contenido útil para el internauta (y para posicionar la empresa en buscadores), se sea claro y transparente con los gastos de envío y los plazos de entrega o se integre la tienda online con las redes sociales, entre otros consejos.
El coste de la plataforma de ventas depende de las necesidades y especificidades de cada empresario: hay una tienda online para cada negocio, y así debería ser. Al igual que en una tienda tradicional las peculiaridades de una empresa son muy visibles, en un establecimiento online también debería haber señas de identidad, propias de cada compañía. La diferenciación siempre es un valor añadido.