Si el comercio electrónico tiene algún inconveniente es que el artículo no puede ser tocado ni visto por el potencial comprador. Sin embargo, las ventajas de comprar online son tantas (comodidad, rapidez, precio, horario) que el usuario no le da apenas importancia al hecho de no poder tenerlo entre sus manos. Eso no quita para que cualquier tienda online utilice todos los recursos a su alcance para cubrir estas carencias y optimizar el proceso de compra del usuario.
¿Pero cómo puede un comerciante conseguir que el cliente no eche de menos tocar el producto? Con las imágenes. Las fotos son las encargadas de dotar de confianza al usuario y por tanto de conseguir que se ejecute una venta. Las imágenes tienen que cumplir unos requisitos como por ejemplo ser de un tamaño adecuado, mostrar el artículo en conjunto, quizá desde distintos ángulos si eso puede ayudar (ahora está muy de moda la visión 360º) y posibilidad de hacer zoom. Se trata de facilitarle al potencial comprador todos los detalles posibles del artículo.
En esto, como en todo, también se cometen errores. Veamos los más típicos cometidos con imágenes en una tienda online (son bastante básicos, pero aún así siguen ocurriendo):
. El producto aparece roto, descolorido o arrugado. En definitiva mal presentado. Esto es inaceptable por cualquier tienda online que quiera llegar a unos mínimos.
. La imagen tiene poca resolución y no se ve correctamente. Siempre hay que hacer las fotografías pensando en que se puedan ampliar…y mucho.
. Las fotos no se corresponden con el producto que venden (un error muy habitual, por falta de atención)
. Hacer las fotos desde el mismo ángulo a productos similares, con lo que no se aprecian apenas las diferencias entre ellos. Al contrario, se debe destacar la singularidad de cada artículo en la imagen.
Evitando estos errores y poniéndose siempre en la piel del comprador, se puede mejorar notablemente la confianza del usuario en la tienda online. Y eso, en definitiva, es el primer paso para que realice una compra.